Os contaré una anécdota, durante 5 años trabajando en una de las mayores bodegas del norte de España (24 millones de kilos de uva por campaña, de media), todos los años encontrábamos que el mejor vino era el procedente de una viña concreta, esta era una buena viña de syrah, pero estoy seguro que no era la mejor viña de las 3.200ha de la bodega, lo que si era la única viña que se elaboraba en un sólo depósito, sin mezclar con otras uvas y demás la viña era un bloque perfectamente homogéneo, con el mismo suelo, ¿casualidad? no.
Conozco alguna zona vitícola de alrededor de 200 ha cuyo suelo es homogéneo en tres metros de profundidad, corresponde a un glacis, muy localizado y muy excepcional, pero esto no es lo normal, España es un país muy montañoso y no por nuestras grandes cordilleras, sino porque es un pais lleno de collados, sierras, cerros, muy pocas zonas tenemos llanas, su geología es excepcional y compleja y tenemos viñas que en un hectárea vemos tres tipos de suelos diferentes, de orígenes geológicos diferentes. Que decir tiene que esto sucede multiplicado por diez e un pueblo y por cien en una denominación de origen.
Y sin embargo hemos plantado nuestras viñas pensando en que nuestras parcelas son bloques homogéneos, las hemos diseñado con un portainjertos, una variedad, un mismo marco de plantación y una sistema de riego igual. Las podamos de la misma manera, las abonamos igual, las regamos con la misma cantidad de agua y al final las vendimiamos todo junto.
Hacemos una gestión homogéneoa de lo heterogéneo y obtenemos… la mediocridad.
Hemos invertido en tecnología enológica, en acero, en maquinaria, en automatización, en control de procesos y claro, esto a mejorado nuestros producto final, pero ¿y que pasa con la base? ¿no es la viña el principio de todo? ¿podemos hacer los mejores vinos de esta forma?.
La foto que aparece arriba no es otra cosa que una muestra aleatoria de una zona cualquiera de una denominación de España, donde podemos apreciar la variabilidad geológica de nuestros suelos.
Hemos explicado hasta la saciedad de la importancia de un buen proyecto de plantación y también de su gestión diferencial, en función de los objetivos productivos y de la capacidad de los suelos. Si queremos productos homogéneos, tendremos que gestionar de manera diferente las sub-zonas para alcanzar el mismo resultado o por lo menos aproximarlo, pero más interesante en aprovechar el potencial de cada una y exprimirla al máximo, darle la orientación productiva que maximice su capacidad.
En ocasiones en tan fácil como poder agrupar la elaboración en función del origen, hacer buenas divisiones y gestionar bien su recolección, sólo con esto ya ganamos un 200%. El famoso Asesor e Investigador Vitícola Richar Smart nos contó una vez que un 7% de uva de peor calidad en un depósito, hace que todo el vino de este se iguale a la calidad más baja. ¿de verdad que no merece la pena un poco de esfuerzo?
La inversión económica no es comparable a la mejora en la calidad.
Pero romper corses, maneras de proceder y vicios, parece lo más complicado en este sector, en ocasiones más predispuesto en incorporar lo último en tecnología enológica y tan reacia en invertir en gestión de los viñedos,
No es tan difícil hacer las cosas bien, incluso en ocasiones más fácil que hacerlas mal,
Curioso es Julio, yo por mi parte opinó, invertir en buenas prácticas es algo que a corto plazo, aportaría la calidad esperada de un territorio como es el nuestro.
Saludos